Que necesidad tenés de demostrar algo que no sentís, algo que no sos. Usas excusas idiotas, cobardes, bien como vos, me decís que no sos el mismo, que no reís como antes, que no es tan fácil como yo lo pienso. Si no lo es, por qué andas por la vida diciendo que por fin te sentís bien. Yo sé de sobra que nuestra relación fue enfermiza, que la enferma era yo, que la mayoría de mis problemas los creé yo, entonces, ahora que lo logro superar volvés, porque siempre hacés lo mismo conmigo, volvés cuando ya no tengo en mi mente tu nombre. Ahora me cuesta horrores olvidarme, tengo que superarte otra vez, levantarme de nuevo directamente del suelo. Porque acá estoy, en el suelo.
Escribo acá porque sinceramente siento la necesidad de decirte que te amo. Llamarte o gritarle al mundo entero que a pesar de que juegues conmigo, yo te extraño. No es así, esta vez juro que no voy a caer. Sigo repitiendo que esta despedida es inevitable. Hay cosas que sólo suceden, y así va a ser. Voy a levantarme como siempre lo he hecho, y despedirme por siempre de vos. Aunque esto último es mentira. Nunca voy a dejar de quererte. Fuiste, sos y serás, siempre mi primer hombre.